TikTok en el punto de mira: venden GPS para “cazar” a mujeres infieles

La denuncia de FACUA contra TikTok es una de esas historias que parecen sacadas de un mal guion, pero que en realidad destapan lo peor de la intersección entre tecnología, consumo y machismo. En su marketplace se ha llegado a publicitar un GPS portátil bajo el reclamo de que sirve para rastrear a “mujeres infieles”. Y sí, lo peor no es que alguien lo venda: lo peor es que TikTok lo permite y hasta lo envía.

Un gadget para espiar, con marketing de baratillo

FACUA detectó que la tienda telemática de TikTok ofrecía un dispositivo de geolocalización bajo descripciones tan peligrosas como surrealistas. En vídeos promocionales se sugería a los “hombres engañados” usarlo para seguir a sus parejas, mezclando sin pudor funciones legítimas —como localizar el coche o cuidar a los hijos— con mensajes explícitamente misóginos.

Esto no es un error inocente de un vendedor. Es un síntoma de cómo los algoritmos de estas plataformas amplifican basura sin filtros éticos.

Lo que dice la ley, y lo que no quiere escuchar TikTok

La legislación española es clara: rastrear a alguien sin su consentimiento es un delito contra la intimidad. Y la publicidad que atenta contra la dignidad de la persona se considera ilícita según la Ley General de Publicidad. TikTok y el vendedor “Budget Smarter” no pueden escudarse en que solo ponen la plataforma. Son responsables de lo que comercializan.

Además, como señala FACUA, el artículo 18 de la Constitución protege el derecho al honor y a la intimidad personal y familiar. El hecho de que un marketplace global ignore esto demuestra la brecha entre la regulación nacional y la impunidad digital de las big tech.

El problema no es el GPS, es el machismo algorítmico

Conviene subrayar que el GPS como tecnología no es el enemigo. Usado con consentimiento, salva vidas, optimiza rutas y protege bienes. El problema surge cuando se publicita como arma para “controlar” a las parejas. Ese barniz de normalidad es lo que convierte un simple dispositivo en una herramienta de violencia digital.

En este sentido, lo ocurrido con TikTok recuerda al boom de apps espía que se camuflan como control parental, pero que en realidad alimentan la cultura del acoso.

Lo que nadie te cuenta sobre esto

La ironía es que TikTok se vende como la red más cool para la Generación Z, llena de filtros, memes y creatividad. Pero por debajo circulan anuncios como este, que parecen escritos en los 80 por un celoso con máquina de escribir. La plataforma que presume de inclusividad y diversidad acaba tolerando publicidad que perpetúa estereotipos y fomenta delitos. El “todo por la comisión” está matando cualquier ética digital.

¿De verdad queremos que el algoritmo decida qué es un juguete y qué es un arma de control?