La nueva censura tecnológica: cómo te controlan en nombre de la “sostenibilidad”

En 2025, censurar no es solo prohibir.
Es redirigir, ocultar, bloquear “por tu bien”.
La nueva cara de la censura digital no viene con policías ni listas negras.
Viene camuflada de iniciativas verdes, sostenibilidad climática y reducción de “contenido dañino”.


¿Cómo opera la nueva censura?

  1. Filtrado algorítmico de temas "nocivos":
    Plataformas como YouTube, Instagram y TikTok bajan el alcance o eliminan contenidos que consideran "insostenibles", "desinformativos" o "perjudiciales para la acción climática"… aunque sean simplemente opiniones críticas.

  2. Shadowbanning por huella de carbono:
    Algunas redes están probando algoritmos que penalizan usuarios o empresas según el “impacto ambiental” de sus productos o estilo de vida promocionado.

  3. Boicot financiero silencioso:
    Sistemas de puntuación ESG (Environmental, Social and Governance) ahora afectan no solo a inversiones, sino también a la visibilidad de empresas, tiendas online y creadores de contenido.


¿Dónde ya está ocurriendo?

  • Meta: limitando el alcance de anuncios y posts relacionados con industrias de alta huella de carbono (energía, automoción, viajes).

  • YouTube: desmonetizando vídeos críticos con políticas climáticas oficiales, aunque estén basados en investigaciones reales.

  • Amazon: penalizando visibilidad de vendedores que no cumplen nuevas métricas ESG autoimpuestas.

Y siempre bajo la etiqueta de "progreso sostenible", claro.


¿Qué consecuencias reales tiene?

  • Silenciamiento de debates legítimos:
    Cualquier crítica a tecnologías "verdes" mainstream, como los coches eléctricos o las smart cities, es etiquetada como “desinformación climática”.

  • Censura preventiva:
    Creadores, periodistas y divulgadores evitan ciertos temas para no ser castigados algorítmicamente.

  • Manipulación de tendencias de consumo:
    Se favorecen marcas “sostenibles” (muchas veces puro greenwashing) frente a alternativas mejores o más críticas.


¿Qué sí se podría hacer mejor?

  • Transparencia radical:
    Exigir a las plataformas que informen cómo se deciden los filtros, qué criterios usan y cómo puedes apelar.

  • Diferenciar censura de curaduría:
    Promover contenidos ecológicos sin invisibilizar críticas, debates y análisis reales.

  • Auditorías externas:
    Imponer controles públicos sobre cómo operan estos algoritmos de “sostenibilidad”.

Pero actualmente... nada de esto existe de forma seria.


Lo que nadie te cuenta sobre esto

  • El ESG no es neutral: es una herramienta política y comercial, usada para castigar o premiar a quien se ajuste al relato dominante.

  • La sostenibilidad como excusa: bajo la bandera verde, se impone control narrativo total sobre la economía, la cultura y el comportamiento individual.

  • Hoy es el clima, mañana será cualquier otra agenda: si normalizamos este modelo, mañana se podrá censurar por cualquier “causa justa”.


Conclusión clara:
La censura digital ya no necesita ser explícita ni violenta. Basta con moldear el flujo de información bajo narrativas moralmente incuestionables como la sostenibilidad.
En 2025, si no vigilamos el nuevo "verde", terminaremos viviendo en un mundo de opiniones permitidas... y nada más.