Legislar tecnología sin saber cómo funciona no es regulación. Es cosplay institucional.
En Bruselas llevan meses debatiendo cómo controlar la inteligencia artificial.
El resultado: documentos interminables, declaraciones solemnes y comités plagados de juristas que no saben distinguir un modelo entrenado de un chatbot con buen copy.
Spoiler: no se regula lo que no se comprende.
Leyes de papel para modelos que ya están desactualizados
Europa se obsesiona con la “IA confiable” mientras las big tech lanzan nuevos modelos cada tres meses.
Cuando el AI Act entre en vigor:
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OpenAI irá por GPT-6.
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Meta ya habrá filtrado otro modelo.
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Y las startups europeas estarán aún viendo si lo que hacen encaja en la categoría de “riesgo alto”.
Estamos ante un caso de política en cámara lenta frente a una tecnología en modo warp drive.
“Transparencia algorítmica” sin saber cómo funciona un embedding
Bruselas exige que los sistemas expliquen cómo toman decisiones.
Genial. Solo hay un problema:
Ni los propios desarrolladores pueden explicar por qué un modelo genera lo que genera.
Pretender auditar un LLM como si fuera una licitación pública es como pedirle a un pulpo que justifique su elección de caracola.
Los prompts no son instrucciones. Son pactos con el caos
Los legisladores europeos insisten en que “los usuarios deben tener control sobre el input”.
¿En serio? El prompt no es código, es magia estadística en un lenguaje que nadie domina del todo.
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El mismo prompt puede generar respuestas radicalmente distintas.
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El “control” del usuario es, en el mejor de los casos, una ilusión probabilística.
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¿Y la solución? Etiquetas. Avisos. Marcos voluntarios.
El miedo como política tecnológica
Detrás de la regulación europea hay algo más que ignorancia: pánico burocrático.
Pánico a:
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Que la IA “americanice” nuestras instituciones.
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Que se nos cuele otra Cambridge Analytica.
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Que un deepfake se presente a las elecciones.
Y en lugar de acelerar la competencia, Europa opta por bloquear, ralentizar y burocratizar.
Porque si no podemos liderar, al menos pongamos normas.
Lo que nadie te cuenta sobre esto
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El AI Act deja fuera a muchas herramientas “básicas” que ya manipulan decisiones.
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Nadie en la Comisión sabría escribir un prompt útil ni aunque su carrera dependiera de ello.
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Las cláusulas sobre “IA generativa” son tan genéricas que se aplican a Google Translate.
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Los plazos para implementar los marcos legales son irreales.
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La IA no espera. El mercado tampoco.
Conclusión clara:
La IA es el nuevo terreno geopolítico.
Y Europa se ha presentado al partido con traje, maletín… y sin balón.
Porque quien no entiende el prompt, no debería regular el modelo.