La narrativa es impecable: plataformas digitales que prometen personalización, gamificación y un futuro de aprendizaje sin barreras. La realidad es más prosaica: una industria millonaria vendiendo licencias obligatorias a instituciones públicas, sin que nadie se pregunte si esto realmente mejora algo. Bienvenido al mundo de la edtech, donde el alumno es el pretexto y el negocio, la asignatura principal.
Software que no enseña, pero factura
Cada vez más escuelas implantan plataformas con nombres inspirados en startups californianas que suenan a innovación. Pero lo que hay detrás es una interfaz mediocre, contenidos planos y un CRM mal maquillado. Lo importante no es que el alumno aprenda, sino que el rector firme el contrato y renueve la licencia cada curso.
Gamificación para simular interés
¿Clases aburridas? No pasa nada: añadimos puntos, medallas y avatares. Que los niños no entiendan el contenido da igual, mientras "interactúen". El objetivo no es educar, es generar métricas presentables para justificar la inversión ante el consejo escolar. Una educación-pantalla, con logros digitales pero sin comprensión real.
Alumnos cautivos de licencias
En lugar de aprender con materiales abiertos o de libre elección, los estudiantes quedan atrapados en entornos cerrados. Todo lo que hacen, escriben o leen queda registrado. No hay libertad de método, ni diversidad de fuentes. Solo lo que está dentro del LMS. Y si no renuevas la licencia, adiós contenidos, notas y seguimiento. Educación como alquiler.
La escuela como SaaS obligatorio
¿Recuerdas cuando los libros eran tuyos? Ahora necesitas clave, conexión y cuotas. La edtech ha convertido la educación en un software-as-a-service sin opción de desinstalar. Y lo mejor: lo pagan los gobiernos, lo sufren los docentes, y lo soportan los alumnos. Pero eso sí: todo muy "innovador".
Lo que nadie te cuenta sobre esto
La verdadera innovación educativa no está en una app. Está en pensar, adaptar y entender el contexto de cada alumno. Pero eso no escala, no es replicable y no da beneficios trimestrales. Por eso triunfan las plataformas: porque son rentables, no porque sean útiles. Pedagogía como excusa, lucro como sistema.