Generación Alfa... ¿o Generación Alfabeta?

No, no son nativos digitales. Son huérfanos digitales. Manejan pantallas como si fueran una extensión de sus dedos, pero ni idea de lo que les hacen por dentro. Privacidad, identidad, salud mental, adicción: conceptos tan invisibles para ellos como para los que diseñan las apps que consumen sus vidas.

¿Vida real? ¿Cuál de todas?

Para los adolescentes de hoy, la vieja división entre “mundo real” y “mundo digital” es una ficción de adultos desconectados. Lo que pasa en WhatsApp, TikTok o Fortnite les afecta tanto o más que una charla cara a cara. Preguntales qué los marcó más: ¿una pelea en el aula o un mensaje viral que los dejó expuestos ante cientos? Spoiler: no fue la pelea.

Expertos en pantallas, analfabetos en lo importante

Sí, abren apps, editan videos y sortean restricciones como si fueran hackers. Pero en los temas clave —intimidad, consentimiento, exposición, manipulación algorítmica— van a ciegas. No porque no puedan aprender, sino porque nadie se los enseña. Y lo que no se entiende, se sufre.

Tecnología sin manual, crianza sin brújula

El mito de que “ya vienen sabiendo” ha hecho que los adultos abdiquen de su rol. Ni acompañan ni se actualizan. Mientras tanto, empresas diseñan entornos opacos, adictivos y rentables, porque cada segundo que tu hijo pasa pegado a una pantalla vale dinero en la bolsa.

Internet no tiene que ser una jungla

Es posible —tecnológicamente y éticamente— construir plataformas sin algoritmos adictivos, con límites específicos para menores y respeto real por sus derechos. Pero no da clics ni sube las acciones. Así que no pasa. O pasa a cuentagotas.

Educar no es filtrar. Es entender el mundo que habitan

La solución no es prohibir el móvil o espiar el historial. Es acompañar, entender y formar. Que madres, padres y docentes se pongan al día. Que la pedagogía digital sea tan importante como la tradicional. Porque, seamos claros: no hay vuelta atrás.


Lo que nadie te cuenta sobre esto

  • Los chicos no están “enganchados” porque sí: las apps están diseñadas para eso.

  • No están solos por usar pantallas: están solos porque no los acompañamos ahí.

  • No basta con enseñar a “usar bien” la tecnología: hay que explicar lo que hace la tecnología con ellos.

  • No hay causalidad, pero sí correlación: más pantallas, más ansiedad. ¿Coincidencia?