OpenAI ya no es un laboratorio: ahora trabaja para el Pentágono

La compañía que nos enseñó a hablar con máquinas ahora diseña herramientas para la guerra. Por 200 millones de dólares. Y no, no es ciencia ficción.


La noticia ha pasado algo desapercibida entre rumores de despidos tech y debates sobre ChatGPT-5, pero marca un antes y un después: OpenAI ha firmado su primer contrato oficial con el Departamento de Defensa de EE. UU. por un valor de 200 millones de dólares. Y no hablamos de pruebas piloto o colaboraciones menores. Hablamos de prototipos de inteligencia artificial “de frontera” para seguridad nacional. Sí, la IA generativa ya tiene uniforme.


Lo que sabemos (y lo que no)

El contrato cubre el desarrollo de capacidades de IA para ámbitos militares y de gestión interna del Pentágono. La mayor parte del trabajo se realizará en el área de Washington DC y ha sido resultado de una licitación competitiva con 12 participantes. ¿Qué va a construir exactamente OpenAI? Aquí empieza el misterio.

Según el propio Departamento de Defensa, se trata de “soluciones críticas en dominios de combate y empresariales”. ¿IA para analizar imágenes de drones? ¿Modelos predictivos para logística militar? ¿Asistentes de voz para soldados? Todo es posible.

Este movimiento viene acompañado de una nueva marca: OpenAI for Government, una iniciativa que agrupa todas las colaboraciones con organismos públicos, desde sanidad hasta ciberseguridad.


Del “no a usos militares” al “encantados de colaborar”

Hace apenas unos meses, OpenAI aún defendía públicamente su negativa a colaborar en entornos bélicos. Pero desde que se suavizaron sus políticas de uso en 2024 y ficharon a antiguos jefes de inteligencia como Paul Nakasone, el discurso ha cambiado: ahora dicen estar “orgullosos de contribuir a la seguridad nacional”.

¿Y sabes quién más está atento? Palantir, el gigante de software militar con quien comparten ahora espacio (o competencia) en los pasillos del Pentágono. La firma de análisis William Blair ya ha sugerido que OpenAI podría estar pisando su terreno... o colaborando con ellos, quién sabe.

Por si quedaban dudas de hacia dónde apunta la brújula, en diciembre ya colaboraban con Anduril, startup de defensa especializada en sistemas anti-drones. No es nuevo, solo es oficial.


¿El nuevo contratista digital del gobierno?

Este contrato puede situar a OpenAI como uno de los principales actores en el ecosistema de defensa digital estadounidense, algo reservado hasta ahora a empresas como Booz Allen, Raytheon o la propia Palantir.

Pero también plantea preguntas inquietantes. ¿Hasta qué punto debe una IA generativa entrenada con datos públicos formar parte de estrategias militares? ¿Y cómo se garantiza que estas herramientas no se usen para desinformación, vigilancia masiva o decisiones automatizadas en combate?

Más allá de lo técnico, el debate es ético, político y cultural. Y no se resolverá con comunicados de prensa.


Lo que nadie te cuenta sobre esto

El mayor giro de guion no es que OpenAI colabore con el gobierno: es que el mismo modelo que responde a tu consulta sobre recetas veganas estará entrenándose para entender tácticas militares. Y eso sí que no te lo pone en los Términos y Condiciones de uso.


¿Y tú? ¿Confiarías en una IA que trabaja a doble jornada para el Pentágono?