Nadie quiere tu app: el síndrome del botón que sobra

“Descarga nuestra app”, dice el cartel. Tú piensas: “¿Para qué, demonios?”. Bienvenido al siglo XXI, donde cada tienda de barrio, cafetería o aseguradora cree que necesita una app. Y tú, con 128 iconos que jamás abriste, ocupando espacio en el móvil y en tu salud mental.

Spoiler: la mayoría no sirve para nada.


“Descarga nuestra app”… ¿para qué?

La promesa siempre es gloriosa: “Hazlo todo desde nuestra app”. Luego entras y lo único que puedes hacer es pedir cita para algo que ni funciona o recibir notificaciones que no te importan. Las apps se han convertido en panfletos interactivos que nadie pidió y que todos olvidamos tras el primer uso.

Y aún así, cada marca insiste en tener la suya. Como si fuera un derecho constitucional.


La tienda está llena de cadáveres digitales

Más de dos millones de apps en las principales tiendas, la mayoría abandonadas, rotas o jamás actualizadas. Muchas nacen en una reunión de marketing donde alguien gritó “¡necesitamos transformación digital!” y mueren de inanición semanas después.

¿El resultado? Un cementerio de código, bugs y reseñas negativas.


Más botones, menos funciones

La obsesión por llenar la pantalla de botones, banners, y popups que compiten entre sí por tu atención convierte cada app en un experimento de anti-UX. Quieres pagar algo, pero tienes que esquivar tres formularios, dos tutoriales y un “¿Te gustó nuestra app?” antes de llegar al botón.

No necesitamos más apps. Necesitamos que las cosas funcionen.


Del CRM al cementerio de iconos

Empresas que no son capaces de gestionar su CRM interno lanzan apps para “mejorar la relación con el cliente”. Pero lo único que consiguen es meter otra app inútil en la carpeta de “basura digital”. El usuario no quiere 40 apps distintas para interactuar con sus marcas favoritas. Quiere que le atiendan bien por donde sea, sin complicaciones.


Lo que nadie te cuenta sobre esto

La mayoría de las apps no buscan ayudarte. Buscan meterte en un ecosistema cerrado donde tus datos, tu atención y tu tiempo valen más que el servicio que ofrecen. No quieren facilitarte nada. Quieren capturarte.

Y cada vez que aceptas, otro icono aparece en tu móvil para recordarte que ya no controlas tu pantalla de inicio.