Mientras tú te peleas con Google por rascar un punto de Core Web Vitals, el gobierno de EE.UU. acaba de lanzar una bomba geopolítica con sabor a microchip: todas las empresas que vendan chips en su territorio tendrán que producir exactamente la misma cantidad en suelo estadounidense que la que importan. ¿Qué pasa si no cumplen? Tarifa. Arancel. Guantazo fiscal. Llámalo como quieras.
Y todo esto con el beneplácito de Donald Trump, que parece haberse leído el "Manual del Buen Mercantilista" durante sus golf sessions en Mar-a-Lago.
Made in USA o muere
Esto no es un guiño al re-shoring. Es una sentencia. Un 1:1 de producción local vs importación para empresas como Intel, Nvidia o Qualcomm suena bonito… hasta que haces las cuentas.
Estados Unidos produce apenas el 12% de los chips que consume. Asia —léase Taiwán y Corea del Sur— no es solo la fábrica del mundo, es el pulmón de la industria semiconductora global. Exigir paridad a empresas con cadenas de suministro globalizadas no es solo poco realista: es suicida.
¿Quieres seguir vendiendo? Monta una fábrica aquí.
¿Y si no? Prepárate para pagar aranceles que, según Trump, llegarán al 100%. Un impuesto que no pagarán los CEOs de tech. Lo pagarás tú, con portátiles más caros y móviles que costarán como un riñón.
¿Protección o chantaje?
El argumento oficial es “seguridad económica”. La traducción real: autarquía disfrazada de patriotismo digital.
Howard Lutnick, Secretario de Comercio y banquero convertido en político, se reunió con los peces gordos del silicio y soltó la bomba. La idea no es tan nueva —la CHIPS Act ya iba en esa dirección— pero esto es otra liga: es obligar a las empresas a ser menos competitivas para ser más americanas.
Y claro, los fabricantes están calladitos. ¿Quién quiere enfadar a un gobierno que reparte subvenciones como si fueran stickers de GitHub?
Implicaciones globales: bienvenida, recesión tecnológica
Si esta norma prospera, el impacto será directo:
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Aumento del coste de producción: levantar una foundry en EE.UU. no es barato. TSMC ya está sudando en Arizona.
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Subida de precios al consumidor: porque alguien tiene que pagar el show, ¿no?
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Ralentización de la innovación: los presupuestos que se van en cumplir normativas, no van a I+D.
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Represalias comerciales: China y la UE ya preparan sus respuestas. Spoiler: no serán abrazos.
¿Qué pueden hacer las empresas? Spoiler: muy poco
Las grandes tecnológicas están atrapadas. No pueden salirse del mercado estadounidense sin autoinmolarse. Pero tampoco pueden escalar la producción local en 6 meses. Ni en 2 años.
El resultado: empresas que invierten bajo coacción, con márgenes exprimidos y estrategias de expansión que se parecerán más a un sudoku que a un roadmap.
Lo que nadie te cuenta sobre esto
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Los chips militares no son el problema. Esto va de iPhones, servidores y Alexa, no de misiles. El cuento de la seguridad nacional es una excusa de PR.
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EE.UU. no tiene talento técnico suficiente. Puedes construir 10 fábricas, pero sin ingenieros y técnicos, todo es decoración.
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La medida es electoralista. Trump busca titulares, no soluciones. Y los CEOs lo saben… pero tragaron igual.
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¿El gran ganador? México. Las empresas buscarán maquila más cerca que Asia. Y el sur de la frontera será la válvula de escape.
Conclusión con bisturí
Estados Unidos se ha cansado de perder la guerra de los chips y ha decidido jugar sucio. El 1:1 no es una estrategia industrial, es un ultimátum con bandera. Si lo consiguen, será a base de subsidios masivos, amenazas fiscales y chantajes diplomáticos. Si fracasan, ya sabes a quién le echarán la culpa: a China, a Biden, o a ti por comprar un Xiaomi.