Con el fin del soporte oficial para Windows 10, muchos usuarios se enfrentan a una decisión importante: actualizar a Windows 11 (si el hardware lo permite), adquirir un nuevo equipo, o explorar otras alternativas. En este contexto, Linux se presenta como una opción sólida, madura y cada vez más accesible.
A continuación, se presentan cinco razones por las que cambiar a Linux puede ser una excelente decisión —tanto si se utiliza el PC para tareas básicas como si se necesita una plataforma flexible para desarrollo o trabajo técnico.
1. La cuenta de Microsoft ya es obligatoria
Uno de los cambios más controvertidos en Windows 11 es la eliminación de las opciones para crear una cuenta local durante el proceso de instalación (fase OOBE). En la edición Home, ya no se puede completar la configuración inicial sin vincular el sistema a una cuenta de Microsoft. Aunque más tarde se puede cambiar a una cuenta local, el proceso inicial fuerza al usuario a pasar por los servidores de Microsoft.
Esta imposición plantea serias dudas en materia de privacidad. Al requerir una cuenta en línea desde el principio, el sistema puede recopilar información para mostrar anuncios personalizados y promover servicios de pago, lo que representa una experiencia cada vez más invasiva.
Por el contrario, en cualquier distribución de Linux es posible crear una cuenta local desde el primer momento, sin necesidad de conectarse a ningún servidor externo. El control sobre los datos personales permanece, desde el inicio, en manos del usuario.
2. El soporte para Windows 10 ha terminado
Desde el 14 de octubre de 2025, Windows 10 ha dejado de recibir actualizaciones de seguridad y soporte oficial. Aunque esto forma parte del ciclo de vida habitual de cualquier sistema operativo, la situación se complica porque no todos los PC con Windows 10 son compatibles con Windows 11. De hecho, muchos equipos relativamente recientes quedan excluidos por no cumplir los requisitos técnicos (como TPM 2.0 o ciertos procesadores).
Esto obliga a los usuarios a elegir entre seguir con un sistema obsoleto y vulnerable, invertir en nuevo hardware o migrar a otro sistema operativo.
Linux permite aprovechar el hardware existente, incluso cuando este ya no cumple los requisitos para Windows. Existen distribuciones ligeras capaces de funcionar en ordenadores con recursos limitados, y otras con soporte a largo plazo (LTS) que garantizan estabilidad y actualizaciones durante años. Además, el proceso de actualización entre versiones es sencillo y no implica costes adicionales.
3. Rendimiento notablemente superior
En la mayoría de los casos, Linux ofrece un rendimiento más fluido y rápido que Windows en el mismo hardware. El sistema consume menos recursos, arranca más rápido y se comporta de manera más eficiente durante tareas cotidianas.
Incluso en equipos antiguos, muchas distribuciones de Linux logran proporcionar una experiencia de usuario ágil, sin necesidad de ampliar la memoria RAM ni sustituir el disco por una unidad SSD.
La diferencia de rendimiento se nota especialmente en la velocidad del entorno de escritorio, la gestión de archivos y la ejecución de múltiples tareas. Además, existen entornos gráficos adaptados a distintos perfiles de usuario: desde los más minimalistas hasta los más completos visualmente.
4. Flexibilidad sin comparación
Linux es un sistema diseñado para adaptarse al usuario, y no al revés. Es posible modificar prácticamente cualquier aspecto del sistema operativo: cambiar el entorno de escritorio, configurar accesos directos personalizados, sustituir componentes internos (como el gestor de arranque o el servidor gráfico) o incluso compilar un kernel a medida.
Mientras que Windows tiende a imponer una forma de trabajo con márgenes limitados para la personalización real, Linux ofrece una libertad total para moldear el sistema según necesidades concretas, tanto a nivel funcional como estético.
Para quienes valoran tener el control sobre su entorno de trabajo, Linux no tiene rival.
5. Seguridad reforzada desde el diseño
Uno de los puntos más valorados de Linux es su arquitectura de seguridad robusta. El sistema está diseñado con separación clara de privilegios, control de acceso basado en permisos, y una gestión rigurosa de los procesos del sistema.
Además, la necesidad de utilizar herramientas antivirus en Linux es mínima, debido a la escasa presencia de malware dirigido a este sistema y al modelo de distribución de software a través de repositorios oficiales.
Esto no significa que sea invulnerable, pero sí que ofrece un entorno mucho más seguro por defecto. En el contexto actual, donde las amenazas informáticas son cada vez más sofisticadas, contar con un sistema operativo que minimice los vectores de ataque es una ventaja significativa.
¿Y si no se quiere eliminar Windows?
Una de las grandes ventajas de Linux es que se puede probar sin borrar Windows. Es posible crear un sistema de arranque dual (dual boot), instalarlo en una máquina virtual o incluso utilizar un Live USB para explorar el sistema directamente desde una memoria externa, sin afectar el disco duro del PC.
Esta opción permite familiarizarse con Linux y comprobar su compatibilidad con el hardware actual, antes de realizar una transición definitiva.
Conclusión
Linux ya no es un sistema reservado a usuarios avanzados. Hoy en día es una plataforma versátil, segura y eficiente que puede cubrir sin problemas las necesidades de la mayoría de usuarios, tanto a nivel doméstico como profesional.
Con la evolución reciente de Windows, muchos usuarios están revaluando sus opciones. Linux no es solo una alternativa viable: en muchos casos, es una mejor alternativa.