La Generalitat apuesta por Sirt y Huawei en su mega red de fibra: ¿decisión técnica o estrategia política?
La Generalitat de Cataluña avanza en el proceso de adjudicación de uno de los contratos más importantes en infraestructura digital de los últimos años: una red de fibra óptica valorada en 127 millones de euros para conectar más de 5.400 sedes públicas en todo el territorio. En un giro inesperado, Sirt, una empresa local con sede en Barcelona y aliada con la tecnológica china Huawei, se posiciona como la favorita para adjudicarse el contrato por delante de gigantes como Telefónica, Vodafone y MasOrange.
Sirt-Huawei, la alianza menos esperada
La Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Sirt y FOC, utilizando tecnología de red suministrada por Huawei, ha obtenido la mejor puntuación técnica según el Centre de Telecomunicacions i Tecnologies de la Informació (CTTI). Con 40 puntos, supera a otras propuestas como la de Telefónica-Cellnex (36,22), Orange-Parlem (34,20) y Vodafone-Semi (33,33).
Aunque aún falta por conocer la puntuación económica, todo indica que la combinación técnica y de costes podría consolidar a Sirt como ganadora del contrato. Lo curioso —y lo que ha despertado más controversia en el sector— es que una empresa con menos infraestructura, experiencia y recursos que sus competidores esté liderando este concurso.
Soberanía digital y control estratégico
Varios analistas del sector coinciden en que detrás de esta decisión podría haber una motivación política clara: construir una red de fibra propia para reducir la dependencia de infraestructuras gestionadas por operadores estatales. Es decir, una red "a medida" para el Govern catalán, donde se privilegie el control local frente a la eficiencia o robustez ya probada de los grandes operadores.
Este planteamiento se enmarca dentro de una estrategia más amplia de "soberanía digital", una narrativa que ha ido ganando fuerza en diferentes regiones de Europa frente a la creciente preocupación por el control de infraestructuras críticas.
La polémica de Huawei: un actor global bajo escrutinio
Una de las aristas más sensibles del proyecto es la presencia de Huawei como proveedor tecnológico. Aunque España no ha emitido ningún veto oficial contra la empresa china, la presión internacional —especialmente desde la Comisión Europea y Estados Unidos— es cada vez más fuerte. Varios países del entorno europeo como Alemania, Reino Unido o Suecia han tomado medidas para limitar o incluso prohibir el uso de equipamiento de Huawei en redes consideradas estratégicas.
El hecho de que la Generalitat apueste por esta tecnología en un contexto geopolítico delicado, y después de que su presidente Salvador Illa visitara la sede de Huawei en Pekín el pasado julio, añade una capa más al debate.
A esto se suma que el actual gerente del CTTI, Demetri Rico, fue hasta 2022 un alto directivo de Huawei en Europa, lo que plantea dudas sobre posibles conflictos de interés o afinidades que hayan podido influir en la decisión.
¿Red de fibra o campo de batalla político?
No es la primera vez que una licitación tecnológica se convierte en foco de tensiones. La reciente anulación del contrato con Telefónica para la modernización de la Red IRIS —infraestructura que conecta centros académicos y organismos sensibles, incluidos del Ministerio de Defensa— ya generó inquietud en el sector. Este nuevo episodio en Cataluña podría derivar en recursos legales por parte de las telecos perdedoras, al cuestionar la transparencia o el sesgo político del proceso.
Más allá del resultado final, el caso plantea un debate necesario:
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¿Debe primar la soberanía digital sobre la eficiencia técnica o la trayectoria empresarial?
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¿Es prudente alinear infraestructuras críticas con tecnologías que otros países consideran de alto riesgo?
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¿Y qué mensaje se lanza al ecosistema tecnológico y empresarial cuando los criterios técnicos parecen quedar en segundo plano frente a decisiones políticas?
Conclusión
El despliegue de la nueva red de fibra de la Generalitat no solo es un contrato millonario, sino también una pieza estratégica dentro del tablero digital europeo. En juego no están solo los megabytes por segundo, sino la gobernanza tecnológica, la autonomía regional y las alianzas internacionales.
Mientras el proceso avanza hacia su fase final, el sector observa con atención y no se descarta una ola de impugnaciones si finalmente Sirt se alza con la victoria. Lo que está claro es que la infraestructura digital ya no es solo cuestión de conectividad: es geopolítica pura.