AMD deja entrever los requisitos de Windows 12: una nueva era de hardware inteligente

Mientras buena parte del mundo aún se acostumbra a Windows 11, Microsoft ya mira hacia su siguiente gran salto. Y no lo hace sola. AMD ha empezado a soltar pistas sobre cómo será la relación entre los nuevos procesadores y el futuro sistema operativo de los de Redmond. Lo que está en juego no es una simple actualización: podría ser el comienzo de una generación de ordenadores diseñados, desde el chip, para convivir con la inteligencia artificial.

Una alianza estratégica que marca el camino

Durante una reciente conferencia con inversores, ejecutivos de AMD confirmaron que la compañía está trabajando mano a mano con Microsoft para definir y optimizar el soporte de Windows 12. No es algo nuevo —ya lo hizo con Windows 11—, pero el contexto es muy diferente: la IA ha dejado de ser una función adicional para convertirse en el eje central del desarrollo tecnológico.

Las referencias a “plataformas preparadas para IA” y a una “nueva arquitectura de cómputo híbrido” no son frases vacías. Todo apunta a que el futuro sistema operativo dependerá en buena medida de las NPU (Neural Processing Units), los chips dedicados al procesamiento de inteligencia artificial que ya están presentes en los procesadores más recientes de AMD, Intel y Qualcomm.

Estas NPUs serán las encargadas de acelerar procesos de IA directamente en el equipo, sin necesidad de conectarse a la nube. Desde mejorar la eficiencia energética hasta habilitar funciones como asistentes contextuales, generación de contenido local o reconocimiento de voz y visión con baja latencia.

Requisitos más exigentes (pero con sentido)

Aunque Microsoft aún no ha hecho públicos los requisitos mínimos oficiales de Windows 12, las declaraciones de AMD y algunos desarrolladores del ecosistema dejan entrever por dónde irán los tiros. Todo apunta a que el nuevo sistema pedirá:

  • CPU de 64 bits con soporte para NPU o IA integrada.

  • Almacenamiento SSD obligatorio. El disco duro mecánico (HDD) podría quedar oficialmente fuera de juego.

  • Mínimo 8 GB de RAM, aunque se recomendarán 16 GB para un funcionamiento fluido.

  • Gráficos compatibles con DirectX 12 y aceleración por hardware.

  • Conectividad segura y TPM 2.0, heredado de Windows 11, para mantener el enfoque en seguridad y cifrado.

Estos requisitos parecen elevados, pero tienen una razón técnica: Windows 12 será un sistema operativo diseñado para funcionar con inteligencia artificial en tiempo real, desde la gestión del escritorio hasta el soporte predictivo en tareas cotidianas.

IA en el corazón del sistema operativo

Desde hace meses, Microsoft está integrando la IA de forma profunda en todos sus productos: Copilot en Windows 11, Bing Chat en Edge, y una creciente cantidad de funciones en Office. La idea es que Windows 12 dé un paso más y convierta al sistema operativo en un asistente cognitivo permanente.

En lugar de una simple barra de búsqueda, tendremos un Copilot mucho más integrado, capaz de interpretar lo que el usuario está haciendo y ofrecer ayuda proactiva. Por ejemplo, reconocer que estás editando fotos y sugerir mejoras automáticas, o detectar que trabajas con hojas de cálculo y recomendar fórmulas o resúmenes automáticos.

Para lograrlo sin depender de servidores externos, se necesita un chip que realice esas tareas localmente. De ahí el papel central de AMD y sus NPUs. La empresa ha prometido que sus próximas generaciones de procesadores Ryzen y EPYC estarán “totalmente optimizadas” para Windows 12, con unidades dedicadas al procesamiento neuronal y soporte mejorado para cargas de trabajo de IA.

Un salto similar al de Windows 95 o Windows XP

Si las previsiones se cumplen, Windows 12 podría representar uno de los mayores cambios conceptuales de la historia de Microsoft. En el pasado, Windows 95 marcó el salto a la interfaz gráfica moderna. Windows XP consolidó la estabilidad y la conectividad en red. Windows 7 trajo el refinamiento de la era multimedia.

Ahora, Windows 12 podría ser el primer sistema operativo realmente inteligente, con una interfaz adaptable, asistentes autónomos y un rendimiento optimizado mediante aprendizaje automático. Pero, como todo avance, traerá consigo una consecuencia inevitable: la obsolescencia de equipos más antiguos.

El fin del PC “comodín”

Los ordenadores que todavía usan procesadores sin NPU integrada, unidades HDD o poca memoria pueden quedarse fuera de la experiencia completa. No porque no sean capaces de ejecutar Windows 12 en su forma más básica, sino porque gran parte de las funciones dependerán de hardware que simplemente no existe en esos equipos.

Esto plantea un dilema habitual en cada generación de Windows: ¿actualizar o renovar el equipo? Si los rumores se confirman y Windows 12 llega a mediados de 2026, el margen de transición será corto. Microsoft podría mantener soporte para Windows 11 durante algunos años más, pero el impulso del mercado —y de los fabricantes— se centrará en la nueva generación.

AMD, Microsoft y la carrera del silicio inteligente

El movimiento de AMD tiene un matiz estratégico. Durante años, Intel fue el socio natural de Microsoft. Sin embargo, el auge de las arquitecturas ARM y la entrada de AMD con procesadores competitivos y eficientes en IA ha equilibrado el tablero.

La colaboración en torno a Windows 12 refuerza esa relación y prepara el terreno para lo que la compañía denomina “AI PCs”: ordenadores portátiles y de sobremesa optimizados para tareas de inteligencia artificial local. Un concepto que veremos expandirse también con los futuros chips Snapdragon X Elite de Qualcomm y los Meteor Lake de Intel.

En este escenario, AMD no solo busca garantizar compatibilidad, sino también liderar la narrativa: posicionarse como la plataforma ideal para el nuevo Windows. Y eso pasa por ofrecer procesadores capaces de gestionar cargas mixtas de CPU, GPU y NPU sin sacrificar rendimiento ni consumo.

Más allá del rendimiento: eficiencia y seguridad

Otro aspecto clave será la eficiencia energética. Ejecutar procesos de IA de forma continua podría suponer un alto consumo de recursos si no se gestiona adecuadamente. Las nuevas arquitecturas de AMD prometen un control dinámico de energía que permite activar o desactivar unidades de cómputo según la carga, reduciendo el impacto en batería y temperatura.

A esto se suma la apuesta de Microsoft por reforzar la seguridad por hardware: cifrado de datos local, arranque seguro y aislamiento de procesos críticos mediante virtualización. La IA también jugará un papel en la detección proactiva de amenazas, analizando patrones anómalos sin necesidad de conexión constante a la nube.

¿Qué debería hacer el usuario?

El mejor consejo para quienes quieran estar preparados es simple: mantener el hardware actualizado. Equipos con procesadores recientes (Ryzen 7000 o Intel Core Ultra), 16 GB de RAM y SSD tienen prácticamente asegurada la compatibilidad. Para quienes planeen comprar un nuevo PC en 2025, conviene fijarse en la etiqueta “AI Ready”, que será el nuevo sello de esta transición.

Conclusión

Windows 12 no será solo una versión más. Representará la madurez del concepto de PC inteligente, con funciones que aprenden, predicen y se adaptan al usuario. AMD lo sabe y está posicionándose para que su hardware sea el corazón de esa revolución.

El futuro del sistema operativo de Microsoft no dependerá tanto del software como del chip que lo impulse. Y si algo queda claro, es que la próxima gran batalla tecnológica no se librará en la nube, sino dentro de cada ordenador.