Netflix ha dado un giro más en su cruzada contra las cuentas compartidas, esta vez apuntando directamente a uno de los dispositivos de streaming más populares. La plataforma ha desactivado el envío directo de contenido desde el móvil a los Chromecast con Google TV y a otros equipos similares, una función muy usada para saltarse restricciones de uso fuera del hogar. Lo que podría parecer un simple cambio técnico encaja en una estrategia mucho más amplia: reforzar el control sobre cómo, dónde y quién ve sus contenidos, con la vista puesta en la publicidad y en exprimir al máximo a sus suscriptores actuales.
Un nuevo golpe a las cuentas compartidas
Durante años, compartir cuenta en Netflix fue casi parte del contrato social de internet: familiares, amigos o compañeros de piso se repartían perfiles y cuotas sin demasiadas complicaciones. Esa flexibilidad ayudó a la plataforma a crecer y a convertirse en el gran referente del streaming global.
El panorama cambió tras la pandemia. Cuando pasó la fiebre del consumo masivo de series y películas, llegaron los malos resultados y la compañía decidió apretar el cinturón. Primero introdujo límites y recargos por añadir hogares extra. Después fue cerrando los huecos por los que se colaban los usuarios más avispados. Ahora el siguiente objetivo son los dispositivos que hacían más fácil esquivar esos controles.
Adiós a enviar contenido desde el móvil
El movimiento más reciente afecta directamente a la forma en la que muchos usuarios interactuaban con la app. Netflix ha eliminado el icono de envío de contenido en los móviles para Chromecast con Google TV y dispositivos similares, algo de lo que empezaron a advertir varios usuarios en foros y redes hace semanas.
La propia compañía ha actualizado su documentación para dejar claro el cambio: ya no permite enviar programas desde el móvil a la mayoría de televisores y dispositivos de streaming. En la práctica, obliga a usar el mando físico del televisor o del aparato conectado para navegar por la plataforma y reproducir contenido.
Para una parte importante de la base de usuarios esto es un retroceso en comodidad. Muchos utilizaban el móvil como buscador rápido, teclado improvisado y control remoto avanzado para moverse por el catálogo de la plataforma. Pero, más allá de la pereza de volver al mando tradicional, el cambio tiene otra derivada clave: el móvil funcionaba como puerta trasera para saltarse las restricciones de uso fuera del hogar declarado.
Qué dispositivos se salvan (por ahora)
La medida se aplica de forma general a los planes asociados con Google TV Streamer y al Chromecast con Google TV, independientemente del tipo de suscripción. Sin embargo, todavía quedan algunas rendijas abiertas.
Quienes sigan utilizando versiones más antiguas de Chromecast y paguen uno de los planes sin publicidad pueden, de momento, seguir aprovechando la función de envío desde el móvil. También hay televisores con soporte nativo para Google Cast que no se han visto afectados por este cambio. Son excepciones que suenan a plazo de gracia más que a salvación definitiva.
La gran incógnita es si este recorte de funciones se extenderá a otras plataformas, como Fire TV o las Xiaomi Mi Box. Las nuevas condiciones que ha publicado Netflix están redactadas en términos genéricos, lo que deja abierta la puerta a que más dispositivos entren en la lista negra en cualquier momento.
Un modelo de negocio cada vez más cerrado
Lo significativo de este movimiento no es solo que complique un poco más la vida al usuario, sino cómo encaja en la hoja de ruta de la empresa. Netflix lleva tiempo afinando su modelo de negocio con bisturí. Ya no presume de altas de suscriptores como antes e incluso ha dejado de hacer públicas esas cifras con el mismo detalle. La prioridad ya no es crecer a toda costa, sino sacar más rendimiento de la enorme base de usuarios que ya tiene cautiva.
En ese contexto, cualquier vía que permita disfrutar del servicio sin pasar por caja en las condiciones que marca la plataforma se convierte en un problema. Limitar funciones en dispositivos externos va en la misma línea que la persecución de las cuentas compartidas: reducir las fugas y asegurarse de que cada hogar que ve Netflix está debidamente monetizado.
La estrategia se combina además con un empuje decidido hacia los planes con anuncios. Cuanto más control tenga la plataforma sobre los dispositivos, las sesiones y el tiempo de visualización, más fácil le resulta maximizar los ingresos publicitarios y segmentar a la audiencia.
De las series al directo y los pódcast en vídeo
El reciente acuerdo con Spotify para alojar pódcast en vídeo dentro de la plataforma es otro elemento de este puzzle. Netflix no se conforma con ser el lugar donde ver series y películas. Quiere estar presente en más momentos del día, con formatos que se prestan a un consumo más continuado y, sobre todo, con más oportunidades para mostrar anuncios.
Además, la compañía mira de frente al contenido en directo y a los eventos con componente temporal, como deportes o programas que se viven en tiempo real. Para competir en ese terreno necesita una base tecnológica y de producto donde nada quede al azar: dispositivos bien controlados, funciones alineadas con sus intereses comerciales y un ecosistema donde cada minuto frente a la pantalla tenga un valor medido.
En ese marco, recortar funciones en dispositivos tan populares como Chromecast deja de ser un simple inconveniente técnico y pasa a ser una pieza más de un engranaje pensado para reforzar su posición y su capacidad de influence en el mercado del streaming.
Un recordatorio de quién manda en el streaming
El giro de Netflix con Chromecast manda un mensaje claro: en la batalla por el streaming, las reglas del juego se dictan desde la plataforma, no desde los dispositivos ni desde los hábitos que los usuarios han ido construyendo con los años. Cada pequeño ajuste que complica compartir cuenta o usar funciones cómodas pero difíciles de controlar va en la misma dirección: cerrar el ecosistema y exprimir al máximo a cada usuario que ya está dentro.
Puede que para muchos el cambio sea solo una molestia a la hora de buscar una serie desde el móvil. Pero, visto en conjunto, es otro paso en una estrategia de control férreo en la que Netflix prefiere sacrificar algo de comodidad a cambio de blindar su negocio en un sector donde la competencia es feroz y los márgenes se estrechan.