La fiebre de la IA desata una crisis global de memoria que amenaza con encarecer móviles y PCs

La nueva ola de inversión en inteligencia artificial está chocando de frente con los límites físicos de la industria de semiconductores. La demanda voraz de chips de memoria para entrenar y ejecutar modelos de IA ha provocado un déficit agudo que ya se nota en las cadenas de suministro de tecnología de consumo. Fabricantes de smartphones, portátiles y otros dispositivos empiezan a hablar abiertamente de subidas de precios, retrasos en lanzamientos y recortes de prestaciones para intentar cuadrar las cuentas.

La IA se come toda la memoria

Según el análisis del sector, la industria se enfrenta a una escasez mundial de chips de memoria que está obligando tanto a las grandes plataformas de IA como a los fabricantes de electrónica de consumo a competir por un suministro cada vez más limitado. Los precios de estos componentes, esenciales aunque poco vistosos, se han disparado en cuestión de meses.

El problema no se limita a un tipo concreto de producto. El desajuste abarca prácticamente todas las categorías de memoria, desde la flash que se usa en móviles y unidades USB hasta la memoria de alto ancho de banda HBM que alimenta las GPU de centros de datos dedicados a IA. En varios segmentos, las consultoras del mercado señalan que los precios se han más que duplicado desde febrero, lo que está atrayendo incluso a traders que especulan con nuevas subidas.

Acaparamiento de chips y compras a cualquier precio

En paralelo, los grandes nombres de la tecnología se han lanzado a asegurar stock. Compañías como Microsoft, Google o ByteDance están peleando por contratos con fabricantes de memoria como Samsung, SK Hynix o Micron, en una carrera por garantizarse suministro futuro.

El desequilibrio viene de la propia industria: para atender la fiebre de la IA, los fabricantes han redirigido parte de su capacidad hacia productos de alto margen como la memoria HBM, dejando en segundo plano los chips más convencionales que se montan en móviles, PCs y electrónica doméstica. El resultado es una especie de pinza: sigue faltando memoria avanzada para IA y, al mismo tiempo, se está estrangulando la oferta tradicional.

Inventarios en mínimos y riesgo de burbuja

Los datos de inventario ilustran la gravedad del problema. Los suministradores de DRAM, el tipo de memoria principal en ordenadores y teléfonos, han pasado de tener entre 13 y 17 semanas de stock a finales de 2024 a apenas dos a cuatro semanas en octubre de 2025, después de una caída escalonada durante el último año.

Analistas y directivos consultados advierten de que la escasez ha dejado de ser un asunto técnico para convertirse en un riesgo macroeconómico. La falta de memoria puede retrasar proyectos de centros de datos, frenar los esperados incrementos de productividad ligados a la IA y retrasar cientos de miles de millones en inversiones de infraestructura digital. Además, el encarecimiento de estos componentes añade presión a la inflación justo cuando muchos países intentan controlar los precios y navegar, de paso, el impacto de los aranceles estadounidenses.

El cuello de botella durará años

Lejos de ser un bache puntual, algunos actores del sector anticipan que el problema se prolongará. SK Hynix ha señalado a analistas que el déficit de memoria podría extenderse hasta finales de 2027, mientras que tanto esta compañía como Samsung están ampliando capacidad sin detallar todavía cuánto irá a HBM y cuánto a memoria convencional.

La construcción de nuevas fábricas de chips requiere inversiones multimillonarias y plazos mínimos de dos años, y los fabricantes temen sobredimensionar capacidad si la actual fiebre de la IA se enfría. Mientras tanto, proyectos mastodónticos como el Stargate de OpenAI, que podría necesitar hasta 900.000 obleas mensuales de chips de memoria para 2029, presionan aún más un sistema que ya funciona al límite. Esa cifra equivale aproximadamente al doble de la producción global actual de HBM.

Móviles y portátiles se preparan para la subida

En la parte visible para el usuario, los primeros avisos llegan desde los fabricantes de dispositivos. Marcas chinas como Xiaomi y Realme han advertido de que el fuerte incremento del coste de la memoria les obligará a subir precios en los próximos meses. Desde la división india de Realme hablan de un encarecimiento sin precedentes desde el nacimiento del smartphone, con la posibilidad de que algunos modelos aumenten su precio entre un 20 y un 30 % para junio.

Otros actores, como el fabricante de portátiles ASUS, admiten que cuentan con unos cuatro meses de inventario, incluida memoria, y que ajustarán las tarifas según evolucione el mercado. Consultoras como Counterpoint Research calculan además que los precios de memorias avanzadas y también de las más antiguas podrían subir alrededor de un 30 % hasta el cuarto trimestre y otro 20 % adicional a comienzos de 2026.

Racionamiento, especulación y mercado de segunda mano

En mercados clave de Asia ya se percibe la tensión. En el barrio tecnológico de Akihabara, en Tokio, tiendas de informática han empezado a racionar la venta de discos duros, SSD y módulos de memoria, limitando el número de unidades que cada cliente puede comprar para evitar el acaparamiento. En algunos comercios, hasta un tercio del catálogo de memoria está agotado.

Los precios ilustran bien el desajuste: kits de DDR5 de 32 GB populares entre jugadores han pasado de unos 17.000 yenes a más de 47.000 en pocas semanas, mientras que configuraciones de 128 GB han más que duplicado su precio hasta rondar los 180.000 yenes. Esta escalada está disparando el interés por el mercado de segunda mano y por los chips reciclados de centros de datos, donde algunos vendedores reconocen que su facturación mensual ha pasado de unos 500.000 dólares a entre 800.000 y 900.000, impulsada por intermediarios que revenden a clientes chinos.

Al mismo tiempo, traders y mayoristas de componentes describen un entorno en el que las tarifas cambian a tal velocidad que las ofertas dejan de ser mensuales para pasar a caducar en cuestión de días u horas. En Pekín, hay vendedores que directamente han decidido acumular decenas de miles de módulos de memoria a la espera de nuevas subidas de precio.

Una crisis silenciosa que puede cambiar el mapa tecnológico

En conjunto, el panorama es el de una cadena de suministro que llega agotada a la era de la IA. Los grandes proveedores de memoria están disfrutando de un rally bursátil y de márgenes crecientes, pero el resto del ecosistema se ve obligado a pagar más por un recurso finito o a posponer proyectos clave. Los fabricantes con menos músculo financiero corren el riesgo de quedarse fuera de la carrera tecnológica si no pueden asumir el coste de la memoria.

Si la industria no logra equilibrar la producción entre memoria para IA y memoria para consumo, la crisis actual puede traducirse en móviles y PCs más caros, menos variedad de productos y un ritmo más lento de actualización tecnológica. La fiebre de la IA ha encendido la mecha; ahora la pregunta es cuánto tardará la oferta en alcanzar a una demanda que, por el momento, no deja de crecer.