Sam Altman y la teoría de la “Internet muerta”: cuando el creador se asusta de su propia criatura

Sam Altman, CEO de OpenAI y cerebro de ChatGPT, acaba de lanzar un misil disfrazado de comentario irónico en X (antes Twitter): “Nunca me tomé en serio la teoría de Internet muerta, pero parece que ahora hay muchas cuentas gestionadas por LLM”. Traducido: el hombre que nos metió la IA en la vida diaria admite que estamos rodeados de bots.

Y lo delirante es la escena: el arquitecto del incendio quejándose del humo. Como señaló PC Gamer, Altman puede estar trolleando, pero su frase refleja algo incómodo: la red se está llenando de entidades automatizadas, y ya no hablamos de ciencia ficción, sino de la vida diaria de cualquiera que navega por redes sociales.

¿Qué era la teoría de la “Internet muerta”?

Durante años fue vista como conspiranoia: un delirio según el cual buena parte de Internet ya no la mantenían humanos, sino ejércitos de bots y scripts. Publicaciones, comentarios, trending topics… todo manipulado por automatismos. El problema es que, a la luz de los últimos meses, ya no parece tan conspiración: basta con mirar la cantidad de interacciones falsas en campañas políticas, las cuentas que replican contenido sin control o el aluvión de noticias clonadas por LLM.

Lo que antes sonaba a paranoia de foros oscuros, hoy lo reconoce el propio Altman con una media sonrisa.

El tráfico fantasma ya está aquí

Los datos acompañan la intuición. Investigaciones recientes hablan de que hasta un 50% del tráfico en redes sociales procede de bots disfrazados de usuarios corrientes. Esas interacciones inflan cifras, manipulan debates y convierten en tendencia casi cualquier cosa. Es el mismo aire de sospecha que vivimos cuando analizamos cómo la lista Robinson terminó filtrada: lo que debería protegernos se convierte en una fuente más de ruido.

La pregunta no es si Internet está muerta, sino si aún existe un espacio en línea donde lo humano pese más que lo automático.

Autenticidad en vía de extinción

El reconocimiento de Altman también conecta con debates más amplios: ¿qué significa “real” en un mundo de interacciones fabricadas? Lo vimos en la educación, cuando nos planteamos qué pasa si le das un examen de universidad a la IA. Si un chatbot puede pasar por estudiante, ¿qué nos hace diferentes en un hilo de Twitter saturado de bots?

La paradoja es cruel: la herramienta creada para ayudarnos a comunicarnos y aprender puede terminar erosionando la propia noción de autenticidad.


Lo que nadie te cuenta

El verdadero problema no es que Internet esté llena de bots: eso ya lo sabíamos. Lo inquietante es que Sam Altman lo reconozca como quien comenta el tiempo. Es el inventor admitiendo que su criatura puede haber enterrado la autenticidad digital, y a todos nos toca sonreír como si no pasara nada. Matrix no es una metáfora: es la red que usamos cada día, y quizá lo único vivo que queda somos nosotros preguntándonos si todavía importa.

¿Y tú? ¿Crees que sigues hablando con personas en la red… o ya solo con espejos digitales?